Hola 👋🏼, si eres nuevo por aquí te cuento que Vida Creativa es un newsletter dedicado a dar voz a escritores de ficción. Aquí encontrarás cómo fue su primer acercamiento a este tipo de literatura, cómo navegan sus retos, qué autores (y libros) les han marcado la vida y, cuáles han sido sus recientes proyectos. Con el fin de acompañarnos y arrojarnos luz unos a otros conocerás escritores que están en todo tipo de etapa dentro de sus proyectos creativos. Ahora sí, ¡Quedas invitado a sumarte a la aventura!
La invitada de hoy es…
Laura Díaz
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Soy historiadora y fiel amante de los libros, la lectura y la escritura. Por eso no es de extrañar que trabaje como redactora SEO y que en mi tiempo libre siga escribiendo relatos y novelas como una descosida. Escribir me ayuda a expresarme, a comunicarme y a sacar todo lo que vuela en mi cabeza. No hay nada que me guste más que enredarme con las palabras y comprobar la fuerza que pueden ejercer cuando se saben utilizar bien. Lo único para lo que no sé utilizarlas es para escribir biografías como esta.
Novela: Solanar de las Almas
Género: Folk horror
Tras la muerte de su esposo, Alejandra llega a Solanar de las Almas, un pueblo de la Castilla profunda, para comenzar una nueva vida. Desde el primer momento tiene que lidiar con unos vecinos algo extraños y muy cerrados que, sin embargo, la invitan a asistir a su fiesta de la cosecha.
A partir de esa celebración, se desata una serie de sucesos en el pueblo que delatan que los habitantes de Solanar de las Almas guardan un terrible secreto, el cual parece tener relación con el siniestro espantapájaros que domina el pueblo. Poco a poco, Alejandra se verá inmiscuida en una investigación que no solo amenazará con trastocar su sistema de creencias, sino que pondrá en peligro su propia vida.
Escribir para aprender a ser libre
Siempre fui un poco listilla. Desde muy pequeña se me dio bien estudiar. Solo había que leer y escribir, que era lo que más me gustaba del mundo, así que era la más rápida haciendo los deberes y además no me costaba sentarme a estudiar. Con el tiempo, se me fue pasando, pero siempre quedó ese poso de “bah, esto lo sé hacer yo”.
Por eso, no ha sido hasta mi cuarentena cuando he admitido que no lo sé todo sobre escribir, que necesito formarme, que hay gente que sabe más que yo. Que escribir una novela no es sentarte y dejarte llevar. Fue así como llamé a la puerta de mis primeras formaciones tanto en escritura creativa como en copywriting y me arrepiento de no haberlo hecho antes. Mi novela “Solanar de las Almas” no sería lo que es sin las clases de escritura creativa de La Escribeteca de Alicia Pérez Gil.
Llevo desde niña escribiendo cuentos y relatos para vaciar mi cabeza. De todos los males que aquejan a los escritores, el de la falta de ideas no es el mío. Por eso escribo: porque tengo que sacar fuera historias, personajes, lugares, sensaciones, emociones… Recuerdo que cuando era pequeña me fascinó “La historia interminable” y quería crear mundos como los que había en Fantasía. Quería despertar en otros las emociones que ese libro me despertaba a mí. No recuerdo cuántos cuadernos llené con historias durante años.
Mi proceso creativo no ha cambiado mucho desde aquellos años. Siempre me pongo a escribir después de trabajar porque necesito tener la mente tranquila, sin pensar en que tengo que hacer algo más tarde. ¿Rituales? Ninguno, bastante que consigo sacar un rato cada día para sentarme a escribir. No me da tiempo a encender velas ni inciensos. Lo que sí me ha venido muy bien es conseguir la mentalidad de que no tengo que escribir algo perfecto a la primera, eliminar esa obsesión por lograr el diálogo perfecto, la escena perfecta a la primera. Permitirme escribir con libertad y sin exigirme es la mejor creencia que he podido adquirir como escritora.
Aun así, a veces me bloqueo, es inevitable. Cansancio, preocupaciones, desánimo. En esos momentos, si no quiero escribir, no escribo, sin más. Hago otra cosa y, en ocasiones, cuando me relajo y me tranquilizo, la mente se va desbloqueando y puedo escribir. Un nudo no se deshace apretándolo más fuerte, sino aflojándolo. Por eso, nunca me han gustado demasiado esos consejos que imponen escribir cada día pase lo que pase porque, si no, no te puedes considerar escritor. Mi consejo es todo lo contrario: escribes, ergo, eres escritor. Da igual si escribes una vez al mes. No le des más vueltas.
Las ideas llegan en cualquier momento. Yo ni siquiera tenía en mente escribir una novela de folk horror hasta que vi aquel espantapájaros abandonado en mitad de un dorado trigal manchego recién segado. No era la primera vez que veía uno, pero aquella visión me obsesionó. El espantapájaros formaba una bisagra entre el azul del cielo y el oro del suelo, una transición entre aquellos dos vivos colores del verano castellano. Entonces empezaron a llegar las ideas. “Qué tontería”, pensé, hasta que cogí mis libros de folklore de España y leí algunas tradiciones relacionadas con los espantapájaros. Ahora ya no podía dejar ir esa idea.
Escribir la novela ha sido un desafío inmenso. Normalmente, escribo historias sencillas y cortas, con pocos personajes (a veces incluso un solo personaje) y en “Solanar de las Almas” me enfrentaba a todo un pueblo. Tuve que definir a sus habitantes para que tuvieran sus propias personalidades y no parecieran simples extras y, además, darles su pequeño papel en la historia, su razón de ser. Aquí me ayudó mucho releer a Stephen King, un experto en describir y manejar comunidades de vecinos. También tenía que controlar toda la parte sobrenatural para que no se me fuera de las manos y procurar relatar al mismo tiempo el viaje de la protagonista, su propio desarrollo a través de la historia. Insisto: sin formación, no lo habría logrado.
Y es que a veces era difícil no volcar en la protagonista mucho de mí misma, de mis reacciones, de cómo yo habría actuado. Al compararme con ella es como si me estuviera viendo desde fuera y eso me ha permitido conocerme un poco mejor. Suena un poco raro, pero fue así, aunque de esto me he dado cuenta tiempo después de haber escrito la novela. Durante el proceso de escritura aprendí que aún me queda mucho por aprender y que estoy más que dispuesta a ello. No tanto por el éxito, que es la suma de reconocimiento y dinero para mí, sino por la satisfacción que siente mi eterna alumna interior cada vez que descubre algo que no conoce. Ahí está la chispa que me enciende y me motiva a escribir.
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Esto lo estaba esperando yo. A Laura en Vida Creativa.
La primera newsletter con la que cogí vicio en Substack fue Sangre Arcaica, en casi un año mi cerebro ya ha asimilado a Laura como sinónimo de «historias de terror».
Si hay que recomendar una newsletter, es esta.
Me ha gustado la sencillez con la que te has expresado. Sin darle vueltas a las cosas ni enredarte en todo un sinfín de situaciones.
Gracias.
Un abrazo