Hola 👋🏼, si eres nuevo por aquí te cuento que Vida Creativa es un newsletter dedicado a dar voz a escritores de ficción. Aquí encontrarás cómo fue su primer acercamiento a este tipo de literatura, cómo navegan sus retos, qué autores (y libros) les han marcado la vida y, cuáles han sido sus recientes proyectos. Con el fin de acompañarnos y arrojarnos luz unos a otros conocerás escritores que están en todo tipo de etapa dentro de sus proyectos creativos. Ahora sí, ¡Quedas invitado a sumarte a la aventura!
La invitada de hoy es…
Perdón,
no eres capaz, dices.
No,
no soy capaz de quedarme callada.
Perdón,
no tienes imaginación, dices.
No,
tengo realidad de sobra.
Perdón,
tienes tres palabras, dices.
No,
tengo palabras que me deshacen toda.
Perdón,
eres pura queja, dices.
No,
soy la contestación histórica a tu violencia
y tengo dolores que disperso con la tinta.
Perdón,
no eres letrada, dices,
No,
soy el lenguaje de la resistencia,
de la periferia, de la otredad.
Todo esto resonaba en mi cuerpo cada vez que intentaba escribir, sobre todo, ficción. Cosas que replicaba porque las escuché en espacios hegemónicos, blancos y puristas defensores de los cánones literarios.
Queridos y conocedores lectores (de Vida Creativa) así era como comenzaba mis textos de opinión cuando tenía tan solo 16 años en el periódico El Quijote. Con los años, este saludo trasmutó a “Queridas y conocedoras lectoras” y más reciente quisiera comenzar como lo hizo Gloria Anzaldúa hace 44 años en Una carta a escritoras tercermundistas: “Queridas mujeres de color, compañeras de la escritura…”
De Alvarado para el mundo
Gracias por estar aquí, gracias a mi tocaya (Paloma) por darme este espacio. Yo soy Paloma (sí, también me llamo así) pero agréguenle Palacios: Paloma Palacios. Nací hace 34 otoños con todo las olas del mar en la cabeza, no solo en referencia a mis rizos, además en referencia a mi hiperactividad cognitiva. El nacimiento me otorgó mi piel negra y crecí arropada por el Golfo de México, el río Papaloapan y el río Blanco. E irónicamente me da miedo el mar, unos dicen que le tienen respeto, yo le tengo miedo, así sin más.
Germiné como planta hasta los 18 años en Alvarado, Veracruz, México, en una familia de docentes y llena de privilegios, aunque siempre llevo la provincia y la costa a donde vaya. La escritura ha sido parte de mi vida desde que se me estaban estirando los huesos, mi papá era escritor en periódicos y en algún momento tuvo su propia revista. Así que, la escritura y ser escritora ha sido parte de mi desde que, creo, aprendí a escribir.
Recientemente, me encanta decir recientemente, pero en realidad desde hace 7 años vivo en la Ciudad de México, en la “gran ciudad”.
Todo este contexto es parte, indudable, de mi forma de escribir. Pero aunque he incursionado en la escritura de distintas formas, no fue sino hasta la pandemia -sí al igual que muchos colegas mi descubrimiento se sitúa en la pandemia-, que me creí capaz de escribir ficción.
¿Escritora yo?
Ese año que fue el 2020 tomé por primera vez un taller de escritura creativa maravilloso con perspectiva feminista, llamado: “Escribir para resistir”. Cambió cómo me percibía como escritora, comencé a tomar en serio mi sueño y a la par conocí la escritura terapéutica, fue increíble conectarme con una escritura intima y autocompasiva.
Comencé mi diario nuevamente, incorporé las páginas matutinas que muchos colegas ya han mencionado y comencé a tomar más talleres de escritura creativa, terapéutica, creación de personaje, de novela, de cuento, sin embargo seguía batallando con no creerme suficiente para escribir ficción.
Mi disyuntiva siempre estaba en que mi formación académica es psicóloga, con varios títulos que son importantes sin duda, pero aburridos para narrar por aquí. La cosa es que yo pensaba que si escribía un libro (siempre ha sido mi sueño) “tenía” que ser referente a psicología, desarrollo personal, un libro que terminaría clasificándose como “autoayuda”.
He leído muchos libros clasificados como de autoayuda, bueno todos los libros pueden ser de autoayuda, y algo que no me gusta de muchos de ellos y algo que no quería hacer es decirle a la gente cómo vivir sus vidas. Así que, aunque había hecho dos capítulos de ese libro apegado más a mí formación, un día recordé la fragilidad de la vida y lo abandoné para hacer algo que realmente quería: una novela autoficcionada.
Me costó muchísimo decirle que sí a ese llamado, primero porque no creía que pudiera hacerlo “bien”; segundo, bajar a tierra lo que quería escribir me costó cuatro años, solo cuatro años; y tercero, no me creía escritora.
He leído a varias de mis colegas aquí en Substack justamente que no se creían escritoras porque repito nos replicamos discursos violentos y hegemónicos. ¿Cómo se tiene que ver una escritora? ¿qué tiene que escribir una escritora? ¿sé es escritora hasta ser publicada?
Trabajé muchísimo en mí, en asumirme escritora, ha sido un camino complicado, hay días que me creo LA escritora y otros que ni escritora me puedo nombrar. Constantemente me tengo que recordar que escribo porque lo amo, porque escribir es mi salvación y escribo para mí.
Proyecto Mar
Así fue como este año me tomé en serio como escritora, aquí estoy intentándolo. En marzo de este año por fin me senté a escribir la novela, mi novela, le vamos a llamar: Proyecto Mar (¿reconocen la ironía?).
El Proyecto Mar, es una novela corta autoficcional situada en un pueblo pesquero. Que para ser honesta tiene tantos años la idea dándome vueltas en la cabeza que no sé cuando comenzó. Sé que tiene mucho que ver con mi proceso de identidad, justo en esos momentos estaba muy metida en el antirracismo, en el empoderamiento de mis raíces y por autonombrarme desde el amor como afromexicana.
¿Tiene potencial mi idea? ¡Sabrá Dios! No me fijé en eso cuando me plantee la novela, porque me movió simplemente escribir. Seguro con estos textos que hablan sobre los procesos de escribir una novela de ficción uno espera leer procesos estructurados y podría mentirte diciendo: “vi el potencial cuando…”, la realidad es que no me centré en eso, quería que el proceso no fuera perfecto, ni la novela un nobel, quería tener y quiero un proceso autocompasivo y bondadoso.
No me gustan los consejos
Porque me han dado consejos malísimos a lo largo de mi vida con respecto a la escritura, como: tienes que hacerlo bien y perfecto o entre más sufras el proceso mejor es la novela.
Pero por el contrario, me han dado otros consejos que cambiaron mi proceso creativo, por ejemplo, el que más me movió fue otorgado por los años de escritura de mi maravilloso y amoroso tío Che. Ambos estamos en la biblioteca de Alvarado, yo había ido a mi pueblo a checar datos históricos para mi posible novela, y platicando le dije lo nerviosa que estaba por empezar el Proyecto Mar y él amoroso tío con 72 años me dijo: “hija escribe para ti, no para el otro”. Un beso a mi tío Che que ruego todos los meses que siga en esta tierra cuando mi novela salga, porque con certeza el Proyecto Mar tiene una gran dedicatoria para él.
Otro consejo fue de mi amiga Luz Paola López Amezcua, una escritora talentosísima que tiene uno de mis libros favoritos: Alacranes de color guayaba agría. Una vez nos reunimos a trabajar en nuestras novelas y ahí, le confesé que sentía que me faltaba aprender mucho de escritura y que quería tomar muchos talleres y ella me dijo, seguramente con otras palabras: “Paloma, sabes lo suficiente, solo escribe y escribe”. Y eso hice, ella sabe que la publicación de su libro fue gran inspiración para comenzar a escribir el proyecto Mar.
Cuando me preguntan sobre que consejos le daría a las escritoras, les y los escritores, no sé, no me gusta dar consejos. Tal vez podríamos replicar los que me dieron a mí que me ayudaron a comenzar la novela y le agregaría:
Disfruta lo que se tenga que disfrutar del proceso, no tienes que sufrir para hacer una obra maestra. Es más, ¿para qué quieres una obra maestra?
Ten mucha paciencia, el proceso es largo.
Escribe, no importa si es la peor porquería del mundo.
No me malinterpreten, no les exhorto a escribir mal –¿o sí?- Les invito a escribir sin ese juez, ese que nos dice que estamos haciendo todo mal, les invito a escribir distinto, escribir lo que quieran, a salirse de la norma, apropiarse de su voz narrativa cualquiera que ésta sea.
Eso a mí, si me ha cambiado la vida. En este proceso de identidad en que se sitúa la novela e igualmente mi Substack, tengo muy claro apropiarme de mi narrativa, porque mi voz es rebeldía, mi escritura es resistencia y mi oralidad es marginada pero nutritiva. Y eso es base del Proyecto Mar: la oralidad de mi pueblo, de mi gente.
Recreación libre
Que mejor forma que la ficción, crear nuestros mundos, la recreación libre de lo real, porque todo es posible con la literatura, todo es posible con la ficción. En mí caso esta novela es autoficcionada, dicen por ahí que casi todo escrito tiene algo de autoficción. Hacerlo de esta forma me ha sorprendido a mí misma, jugar con el recuerdo, exagerarlo, inventarlo y mostrar lo que parece mágico y a la vez es real.
Cualquier escrito me reta, este escrito me está retando, del mismo modo ésta novela que está en proceso del primer borrador ha sido un reto desde su organización, a nivel creativo, a nivel de oralidad, de intelectualidad, de recuerdos, de investigación y emocionalmente. Si bien tengo cuarto propio y soy privilegiada, ha sido muy complicado compaginar mi vida laboral y escribir la novela. Todo un desafío, pero lo estoy disfrutando.
La novela tiene vida propia, sus personajes ya se han apoderado de mí, así que escribo sin escribir: cuando estoy en la regadera, lavando los trastes, barriendo la casa, en el transporte publico, incluso se han metido en mi día a día como creadora de contenido.
Sandra que es la protagonista de la historia, que se parece a mí pero no soy yo, me ha mostrado la empatía y la suficiencia. Me ha mostrado mi niñez de una forma interesante y del mismo modo me aventó en la cara mi mecanismo de aislarme del mundo. ¡Sandra y yo somos negras y somos suficientes!
Ser brújula
En mi día a día, vivo de estructuras, horarios y listas, no obstante como escritora de esta novela soy brújula. Me ha flexibilizado tanto este proyecto, que me ha enseñado a fluir, tener paciencia, a no ser cuadrada. Estoy siendo más como escuché alguna vez decir a Benito Taibo “Yo escribo y después voy recordando”, yo le agrego: o voy “ficcionando”.
Entonces mi proceso creativo es libre, como mar fluye, sin embargo siempre llega a la orilla. En cierta medida, no escribo tanto como quisiera por mi doble vida, al menos dos veces a la semana (cuando se puede) me voy a una cafetería, me pido un chai latte con leche de almendra helado, me pongo música (ya la novela tiene su playlist) para inspirarme o me pongo sonidos del mar para transportarme. De manera similar lo hago en casa, pero cambio de bebida.
Si estoy atorada en una escena la música y la lectura me ayudan a escribir. Refugiarme en mis libros favoritos: Panza de burro de Andrea Abreu, Temporada de huracanes de Fernanda Melchor, Carcoma de Layla Martínez o Alacranes de color guayaba agria de Luz Paola López Amezcua me ayuda. Si el bloqueo es más profundo, que generalmente viene del miedo, me doy un descanso y procuro salir al mundo a “vivir”, vivir es material de escritura.
Eso se ha convertido en un hábito para mí y ha mejorado mi vida no solo como escritora. Escribir esta novela me ha hecho sentirme orgullosa y autocompasiva. Encierro a la jueza y dejo salir a la loca de la casa como dice Cristina López Barrio. Aunque aún no termino la novela y esta toma vida propia y casi se escribe sola, todo esto ha sido la mayor enseñanza. Escribir por mí, para mí, soltar la perfección, dejarme ayudar, ser flexible y fluir. Y por supuesto, que todo es potencial para un novela o para algún texto.
¿Buscar el éxito?
No les voy a mentir, a veces fantaseo más en la presentación del libro que lo que realmente escribo. Me permito cuestionar el éxito, ¿qué es para mí? ¿cómo se ve como escritora?
Que me lean es, obviamente, el fin y un honor. Saber que una persona tomó de su tiempo, que es muy valioso, para leerme lo cambia todo. Pero trato de no concentrarme en eso, obvio que me escriban y compartan conmigo que les gusta, lo que les hizo sentir mi escrito o un like discreto me fascina, me mantiene motivada.
Pero el éxito es más allá del numero de suscripciones y personas leyéndome, es saber que mis escritos llegan profundo, ayudan de alguna manera, que inspiran a escribir y leer desde la autocompasión.
Publicar el Proyecto Mar es el triunfo, de preferencia con una editorial, pero también estoy abierta a la autopublicación. Ojalá que el Proyecto Mar sea una lectura poderosa pero compasiva, que sea una novela que te cuestione y te conecte con tu humanidad. Ojalá que Sandra te tome de la mano y te acompañe en tu vida.
Aunque más que nada, visualizo ese éxito como: sentirme orgullosa de mi misma porque estoy haciendo lo que amo y lo que siempre quise que pensé que no era capaz. ¡Lo demás ya se verá!
Substack: Posdata: vive genuinamente
Instagram: @dime_paloma
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Paloma gracias infinitas por invitarme y abrirme este espacio. Me encanto escribir para Vida Creativa y tener tu compañía. ¡Gracias!
Me encantó. Yo también soy brújula y la música me salva mucho de los bloqueos!
Felicidades Paloma por tu incipiente libro, estoy segura de que Proyecto Mar será una obra que valdrá la pena conocer. Escribir es una de las grandes bendiciones de la creatividad porque abre mundos enormes y nos regala historias preciosas!